lunes, 14 de junio de 2010

Cuando leer sí que embrutece (de la serie Ponersus las gafas de cerca, gañanes)


Ha caído en mis manos (previo pago de vinti tantos lereles) un libraco retorcido y salvaje como pocos: la autobiografia a ocho manos del muy ochentero grupo Mötley Crüe. Ahí es nada.
Nenes, nenas, ponerse las gafas de leer y el que sepa contar que cuente porque este libro es la llave del averno, un pasaporte a la locura colectiva en formato tapa dura, la clave del sindios y el libertinaje. El acabose. ¡Y con afotos!
Todo aquel que haya tenido el sueño de ser un rockstar, todo aquel (aquella) que haya pasado una noche entre amiguetes pensando en cómo seria tocar en un supergrupo, todo gañán que quiera conocer el lado más bestiajo y sinfreno del ruack and roll está tardando en comprarlo y leerlo que el mío no se lo pienso dejar nada más que a la Luisa que me los cuida mucho y me los lee bien. No me lo vayais a leer mal y me lo jodais.
Librazo que engancha desde la primera línea y que cuenta las barbaridades que hacían los tales Crüe en sus años de pedir en la puerta de San Pedro y luego cuando prendían fuego a sus ferraris en plena mansión playboy. Eso sí, si quereis sacar conclusiones vitales y ser un poco más mejores seres, ni de coña os acerqueis.
Yo lo he cogido nada más terminar Crónica del Pájaro que da Cuerda al Mundo del Murakami y del cambio de estilo casi se me corre el rimel.
Y para muestra un botón, una bonita canción de Mötley Crüe que habla sobre la importancia de la sublimación de la belleza en el camino hacia el conocimiento propio y ajeno: "Girls, girls, girls". El título lo dice todo. Yeah!!!





Y al que no le guste Mötley Crüe que se le alise el pelo y se le queden anchos los pantalones de cuero blanco.

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