Esta es una de esas fotos con historia. Andábamos los Ureña-Ramos de visita obligada a las Asturias y presentamos nuestras personas en el muy pintoresco, lejano y más ruinoso pueblo de San Esteban de los Buitres. Andábamos todos por aquellos callejones dejados de la mano de Dios cuando me fijo en una bella iglesia que bien pudiera ser una cuadra con campanas. Desenfundo la cámara, encuadro y justo antes de disparar me fijo en que el cabrito de Jorge está a punto de desgraciar a un perrete blandiendo un palo de fenomenales dimensiones. Giro hacia la acción y afoto. ¿Resultado? Esto que veis, una mala foto de un camizo eclesial en mitad de un pueblo ruinoso mientras un batman de tres años se las tiene pardas con su némesis del día.
Por cierto que al final del paseo un amable señor (catalán para más señas) le dejó los prismáticos a Raquel para que divisase un corzo. ¡Un corzo señores míos!
Qué bien lo pasemos coño! Y luego, de vuelta al Chao de Pendía a la cama más cómoda del mundo tras la pantagruélica cena correspondiente.
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